sábado, 14 de noviembre de 2009

LECTURAS


Reconozco que esperaba con impaciencia la publicación de la última novela de Dan Brown, El símbolo perdido, pues aunque muchos se rasguen las vestiduras yo fui uno de esos millones de lectores que disfrutó con El código Da Vinci, Ángeles y demonios, La fortaleza digital y La conspiración. Los que lo acusan de no ser un gran escritor tienen razón, pero no debemos olvidar que la literatura puede tener una triple interpretación:

1) La literatura, siguiendo los principios clásicos, debe enseñar, deleitando, es decir, debe divertirnos el hecho de leer al tiempo que aprendemos algo que el autor nos quiere transmitir... por ejemplo, el anónimo autor de El Lazarillo nos divierte con las "aventuras" del protagonista al tiempo que denuncia cómo era la vida de los menos favorecidos en la España imperial del siglo XVI.

2) La literatura debe enseñar: y ahí tenemos todas las obras didácticas y los ensayos sobre el tema en el que queramos profundizar

y 3) La literatura debe divertir, algo tan simple como hacernos pasar un buen rato, sentados en nuestro sofá preferido, en el metro, autobús, tumbados en la cama o donde queramos. En este apartado, hasta ahora situaba las obras de Dan Brown.

Pero parece que al autor se le ha subido la fama a la cabeza y no sólo declara que lo le gustaría obtener el Premio Nobel de Literatura (qué no se preocupe, aunque tal como están últimamente los Nobel, todo podría ser posible) sino que está varios años con un contrato multimillonario escribiendo su nueva novela y la editorial la anuncia a bombo y platillo... Pues bien, EL SÍMBOLO PERDIDO es una de la peores novelas que he leído en mi vida ¡y he leído algunas! Una obra aburrida en la que la intriga brilla por su ausencia y que sólo sirve para que se vayan llenando páginas y páginas con situaciones absurdas y que no aportan nada.

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